miércoles, 20 de mayo de 2009

El orgasmo femenino

Desde un punto de vista evolutivo, el orgasmo femenino no constituye un gran misterio: es un incentivo placentero para buscar ulteriores encuentros sexuales. Al orgasmo masculino hay que sumarle la eyaculación.
Pero el clímax sexual de las mujeres es más complejo y recóndito que el masculino. Por ejemplo, puede ser fingido. Las mujeres no tienen la necesidad de experimentar un orgasmo para concebir (aunque ayuda si lo experimenta: permite que la mujer se mantenga tumbada después del sexo, reteniendo pasivamente el esperma).
Muchos psicólogos evolucionistas han llegado a considerar la idea de que el orgasmo femenino es una adaptación sofisticada que permite a las mujeres manipular, consciente o inconscientemente, a sus amantes: el número de contracciones vaginales que un orgasmo produce permite absorber más cantidad de esperma y, por tanto, aumenta la probabilidad de concepción. La succión uterina tira del esperma a través de la barrera mucosa cervical.
En un informe publicado acerca de la fuerza de la succión orgásmica hacia el cérvix, un médico reseñó que las contracciones uterina y vaginal de una paciente durante el sexo con un marino le habían hecho succionar el condón. En el curso de la exploración, el condón fue encontrado dentro del diminuto canal cervical.
Los científicos han descubierto que si la mujer llegar al clímax en cualquier momento comprendido entre 1 minuto antes y 45 minutos después de que su amante eyacule, retiene mucha más cantidad de esperma que si no experimenta el orgasmo.
Así pues, mientras el hombre persigue que la mujer alcance el clímax para aumentar su autoestima o por temor de que ella no quiera volver a mantener relaciones sexuales, la mujer usa este clímax para decidir de quién se quedará embarazada.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Aquiles y la tortuga II

Draco teneis razon es un buen problema me agrado y es por eso que lo publico:


Aquiles había alcanzado a la tortuga y se había sentado cómodamente sobre su caparazón.
"¿De modo que ha llegado usted al final de nuestra carrera?" dijo la Tortuga. "¿Aún cuando consistía en una serie infinita de distancias? ¿Pensó que algún sabihondo había probado que la cuestión no podía ser realizada?"
"Sí puede ser realizada", dijo Aquiles. "¡Ella ha sido realizada! Solivitur ambulando. Usted ve, las distancias fueron disminuyendo constantemente y asi..."
"¿Pero si hubieran ido aumentando," interrumpió la tortuga, "entonces qué?"
"Entonces yo no debería estar aquí", replicó modestamente Aquiles; "y a estas alturas usted hubiera dado ya varias vueltas al mundo."
"Me aclama - aplana, quiero decir", dijo la Tortuga; "pues usted sí que es un peso pesado, ¡sin duda! Ahora bien, ¿le gustaría oir acerca de una carrera en la que la mayoría de la gente cree poder llegar con dos o tres pasos al final y que realmente consiste en un número infinito de distancias, cada una más larga que la distancia anterior?".
"¡Me encantaría, de veras!" dijo el guerrero griego mientras sacaba de su casco (pocos guerreros griegos poseían bolsillos en aquellos días) una enorme libreta de apuntes y un lápiz. "¡Empiece, y hable lentamente, por favor! ¡La taquigrafia aún no ha sido inventada!"
"¡El hermoso Primer Teorema de Euclides!", murmuró como en sueños la tortuga. "¿Admira usted a Euclides?"
"¡Apasionadamente! ¡Al menos, tanto como uno puede admirar un tratado que no será publicado hasta dentro de algunos siglos más!"
"Bien, en ese caso tomemos solo una pequeña parte del argumento de ese Primer Teorema: sólo dos pasos y la conclusión extraída de ellos. Tenga la bondad de registrarlos en su libreta. Y, a fin de referirnos a ellos convenientemente, llamémoslos A, B y Z.
(A) Dos cosas que son iguales a una tercera son iguales entre sí.
(B) Los dos lados de este triángulo son iguales a un tercero.
(Z) Los dos lados de este triángulo son iguales entre sí.
Los lectores de Euclides admitirán, supongo, que Z se sigue lógicamente de A y B, de modo que quien acepte A y B como verdaderas debe aceptar Z como verdadera, ¿no?"
"¡Sin duda! Hasta el más joven de los alumnos de una Escuela Superior -tan pronto como se inventen las Escuelas Superiores, cosa que no sucederá hasta dentro de dos mil años- admitirán eso."
"Y si algún lector no ha aceptado A y B como verdaderas, supongo que aún podría aceptar la secuencia como valida."
"Sin duda que podría existir un lector así. El podría decir 'Acepto como verdadera la Proposición Hipotética de que si A y B son verdaderas, Z debe ser verdadera, pero no acepto A y B como verdaderas'. Un lector así procedería sabiamente abandonando a Euclides y dedicándose al fútbol."
"¿Y no podría haber tambien algún lector que pudiera decir 'Acepto A y B como verdaderas, pero no acepto la Hipotética'?"
"Ciertamente podría haberlo. El, también, mejor se hubiera dedicado al fútbol."
"¿Y ninguno de estos lectores", continuó la Tortuga, "tiene hasta ahora alguna necesidad lógica de aceptar Z como verdadera?"
"Así es", asintió Aquiles.
"Ahora bien, quiero que Ud. me considere a mí como un lector del segundo tipo y que me fuerce, lógicamente, a aceptar Z como verdadera."
"Una Tortuga jugando al fútbol sería..." comenzó Aquiles.
"... Una anomalía, por supuesto", interrumpió airadamente la Tortuga. "¡No se desvíe del tema, Primero Z y después el fútbol!"
"¿Debo forzarlo a aceptar Z, o no?" preguntó Aquiles pensativamente. "Y su posición actual es que acepta A y B pero NO acepta la Hipotética..."
"Llamémosla C", dijo la tortuga; "pero no acepta que:
(C) Si A y B son verdaderas, Z debe ser verdadera."
"Esa es mi posición actual", dijo la Tortuga.
"Entonces debo pedirle que acepte C."
"Lo hará así", dijo la Tortuga, "tan pronto como lo haya registrado en su libreta de Apuntes. ¿Qué más tiene anotado?"
"¡Sólo unos pocos apuntes" dijo Aquiles agitando nerviosamente las hojas; "unos pocos apuntes de las batallas en las que me he distinguido!"
"¡Veo que hay un montón de hojas en blanco!" observó jovialmente la Tortuga. "¡Las necesitaremos todas!" (Aquiles se estremeció) "Ahora escriba mientras dicto:
(A) Dos cosas que son iguales a una tercera son iguales entre sí.
(B) Los dos lados de este triángulo son iguales a un tercero.
(C) Si A y B son verdaderas, Z debe ser verdadera.
(Z) Los dos lados de este triángulo son iguales entre sí."
"Debería llamarla D, no Z", dijo Aquiles. "Viene después de las otras tres. Si acepta A y B y C, debe aceptar Z."
"¿Y por qué debo?"
"Porque se desprende lógicamente de ellas. Si A y B y C son verdaderas, Z debe ser verdadera. No puede discutir eso, me imagino."
"Si A y B y C son verdaderas, Z debe ser verdadera", repitió pensativamente la Tortuga. "¿Esa es otra Hipótesis, o no? Y, si no reconociera su veracidad, ¿podría aceptar A y B y C, y todavía no aceptar Z, o no?"
"Podría", admitió el cándido héroe, "aunque tal obstinación sería ciertamente fenomenal. Sin embargo, el evento es posible. De modo que debo pedirle que admita una Hipótesis más."
"Muy bien, estoy ansioso por admitirla, tan pronto como la haya anotado. La llamaremos 'D'. Si A y B y C son verdaderas, Z debe ser verdadera. ¿Lo ha registrado en su libreta de apuntes?"
"¡Lo he hecho!" exclamó gozosamente Aquiles, mientras guardaba el lápiz en su estuche. "¡Y por fin hemos llegado al final de esta carrera ideal! Ahora que ha aceptado A y B y C y D, por supuesto acepta Z."
"¿La acepto?" dijo la Tortuga inocentemente. "Dejémoslo completamente claro. Acepto A y B y C y D. Suponga que todavía me niego a aceptar Z."
"¡Entonces la Lógica le agarraría del cuello y le forzaría a hacerlo!", replicó triunfalmente Aquiles. "La Lógica le diría, '¡No se puede librar. Ahora que ha aceptado A y B y C y D, debe aceptar Z!' De modo que no tiene alternativa, Ud. ve."
"Cualquier cosa que la Lógica tenga a bien decirme merece ser anotada", dijo la Tortuga, "de modo que regístrela en su libro, por favor. La llamaremos'E' Si A y B y C y D son verdaderas, Z debe ser verdadera. Hasta que haya admitido eso, por supuesto no necesito admitir Z. De modo que es un paso completamente necesario, ¿ve Ud.?"
"Ya veo", dijo Aquiles; y había un toque de tristeza en su tono de voz.
Aquí el narrador, que tenía urgentes negocios en el Banco, se vio obligado a dejar a la simpática pareja y no pasó por el lugar nuevamente hasta algunos meses después. Cuando lo hizo, Aquiles estaba aún sentado sobre el caparazón de la muy tolerante Tortuga y seguía escribiendo en su libreta de apuntes que parecía estar casi llena.
La Tortuga estaba diciendo, "¿ha anotado el último paso? Si no he perdido la cuenta, ese es el mil uno. Quedan varios millones más todavía. Y le importaría, como un favor personal, considerando el rompecabezas que este coloquio nuestro proveería los Lógicos del siglo XIX. ¿le importaría adoptar un retruécano que mi prima la Tortugacuática Artificial hará entonces y permitirse ser renombrado 'Aquiles el Sutiles'?"
"¡Como guste!", replicó el cansado guerrero con un triste tono de desesperanza en su voz, mientras sepultaba la cara entre sus manos. "Siempre que usted, por su parte, adopte un retruécano que la Tortugacuática Artificial nunca hizo y se permita renombrarse 'Tortuga Tortura".

¿La musica una droga?

Cada vez existen más pruebas de que la música tiene tanta influencia en nuestro cerebro y nuestras emociones como una droga ilegal. Y, sin embargo, la música es legal.

Bien, no toda la música era legal hasta hace bien poco. Y aún quedan mentes prehistóricas como las que dirigen las entidades de gestión de derechos de autor que todavía se empeñan en convertir el intercambio de archivos musicales en una actividad ilegal (aunque la ley explicite que el intercambio de archivos protegidos por derechos de autor es completamente legal siempre que no haya ánimo de lucro).

Esperemos que, por desesperación, dichas entidades no consigan convertir la música en una droga prohibida que sólo ellos podrán administrar (como lo hacen con los análogos químicos las empresas farmacéuticas mientras se penaliza el consumo de sustancias que puedan hacer la competencia).

¿Por qué la música puede compararse a una droga? ¿Hasta dónde puede influir en nuestro pensamiento y en nuestras emociones?

Primero hay distinguir entre “estado de ánimo” y “emoción”. Son cosas ligeramente distintas, aunque se parezcan mucho. Un estado de ánimo es un sentimiento prolongado, que dura varios minutos, horas o incluso días. Una emoción, sin embargo, es un sentimiento efímero. Por ejemplo, la alegría sería una emoción. Y la felicidad, un estado de ánimo.

La música, en general, induce más emociones que estados de ánimo. El musicólogo Deryck Cooke, en The Language of Music, de 1959, apoyaba la concepción generalizada de que las escalas musicales mayores expresan emociones positivas tales como alegría, confianza, amor, serenidad o victoria. Las escalas menores transmiten emociones negativas como el miedo, el odio o la desesperanza.

Pero, según la intensidad y la duración de un tema musical, también pueden provocarse estados de ánimos duraderos. Un tema musical dulce y romántico, por ejemplo, puede favorecer una noche de pasión. Hay directores de fábricas que ponen música para mejorar la moral de los empleados que deben realizar tareas muy simples o repetitivas. Dentistas y cirujanos también emplean la música para relajar a sus pacientes, y a veces ni siquiera les es necesaria la anestesia.

En pruebas experimentales de psicología también se usa la música. Cuando la psicóloga Paula Niedenthal, de la Universidad de Indiana, necesitaba que los sujetos de sus experimentos se sintieran felices, seleccionaban piezas de Vivaldi y Mozart; cuando necesitaba que se sintieran tristes, entonces escogía a Mahler o Rachmaninov.

La música clásica del periodo barroco es idónea para despertar conexiones en el hemisferio cerebral izquierdo; Las cuatro estaciones de Vivaldi, por ejemplo. Los valses de Strauss y las polonesas de Chopin estimulan el pensamiento creativo. El pájaro de fuego de Stravinski o las óperas de Wagner, estimulan la inteligencia espaciotemporal,

Pero vamos con ejemplos más contemporáneos. Queen y su We are the champions produce un exceso de euforia. El epítome de las canciones que producen empatía y socialización es Like a virgin de Madonna. La percusión y el tempo de Sympathy for the devil, de los Rolling Stones, invita a mantener la coordinación, a solidificar el empeño y la seguridad en uno mismo e, incluso, a fomentar las habilidades resolutivas.

No hay palabra que pueda potenciar la siniestralidad del motivo a dos notas de la banda sonora de Tiburón, la épica de violines de la obertura de Also sprach Zarathustra (la de 2001 Una odisea en el espacio), el misterio que suscita un conjunto de cuerda o el júbilo que transmite un scherzo.

Todas estas relaciones entre música y cerebro pueden parecer demasiado locales, demasiado occidentales. Y en parte lo son. Pero existen influencias más universales cuyo alcance no conoce fronteras culturales.


Aunque siempre exista cierta base cultural, se podría decir que existen influencias musicales que son idénticas en todas las personas del mundo. En 2003, Hella Oelman y Bruno Loeng, psicólogos de la Universidad de Tromso, demostraron que personas de distintas épocas y culturas experimentaban una gama universal de reacciones emocionales a intervalos musicales concretos. Como si existiera una especie de gramática tonal universal.

Por ejemplo, el intervalo tonal que constituye la base del himno a la alegría que incluyo Beethoven en su novena sinfonía expresan placer o felicidad universales. Este intervalo tonal también se emplea en La traviata de Verdi, en El oro del Rin de Wagner o en la Sinfonía de los salmos de Stravinsky.

Ritmo y tempo se usan para hacer hincapié en notas concretas de una secuencia tonal y, por tanto, para matizar la emoción que se expresa. La alegría transmitida por una determinada progresión de las tensiones tonales puede ser tumultuosa si el tempo es un allegro; calmada, si es un moderato; o serena, si es un adagio.

Toda la música existente posee una fluctuación constante del tono, que se ajusta al flujo y reflujo de las emociones que expresa. Así pues, esta gramática universal se localiza en todas las formas de la música y en todos los contextos de interpretación.

Imaginaos hasta dónde llegarán estos estudios acerca de la gramática universal de la música dentro de unas décadas. Y en lo que se convertirá vuestro iPod.

Empezaréis a organizar toda vuestra música por directorios que responderán a estados de ánimo o a situaciones con las que os veáis obligados a lidiar. Por ejemplo, con sólo escuchar las primeras notas del tema central de la película Rocky, sacaréis fuerzas de flaqueza y seréis capaces de coronar la cumbre de cualquier montaña. Si buscáis escamotear la tristeza, entonces accederéis al directorio de canciones alegres; aunque, en ocasiones, necesitaréis también regodearos en la tristeza escuchando temas melancólicos.

Vuestro iPod será como vuestro inductor anímico. Algo así como un botiquín con toda clase de drogas que os administraréis vía auditiva. Drogas del pentagrama ordenadas en directorios balsámicos, jubilosos, resolutivos, evocadores… que moldearán vuestra mente y, por extensión, la realidad que os rodea.

viernes, 1 de mayo de 2009

P.D.M.U.



El Pentathlón Deportivo Militar Universitario (PDMU) es una organización juvenil cívica militarizada de carácter nacionalista, surgida en 1938 en la ciudad de México como iniciativa de doce estudiantes de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ante lo que consideraban "desmoralización de la juventud mexicana", causada internamente por la ruina en que se encontraba el país, apenas terminadas la Revolución y los conflictos anejos al establecimiento del nuevo orden político, y externamente, por la proximidad de la Segunda Guerra Mundial.
El PDMU es independiente desde sus orígenes de cualquier poder, civil o político, así como de cualquier ideología tanto religiosa como político-social, igual como institución que como un derecho de sus miembros. No obstante su disciplina y estructura militarizadas, así como su admiración y respeto por las fuerzas armadas regulares de México, el PDMU no es un cuerpo paramilitar ni una rama del Ejército Mexicano. Aunque éste reconoce formalmente la existencia de aquél como "escuela militar", no tiene autoridad directa sobre sus mandos ni sus miembros; sólo puede emitir recomendaciones según las necesidades circunstanciales.

Aqui les dejo la pagina oficial del PDMU:
http://www.geocities.com/pdmu/fundacion.html