martes, 1 de noviembre de 2011

El temor a la perdida

Le tememos desde que somos pequeños. El bebe llora cuando su madre se aleja, por que sabe por instinto que de ella depende su supervivencia. Si comparamos ese nuevo aparato de televisión o un auto flamante, nos da miedo que nos lo roben. Si obtenemos el empleo que tanto habíamos buscado, temblamos ante la sola idea de que nos despidan.

Este temor a perder es una gran fuente de estrés. Es lo que se llama "perdida anticipada", cuando nos invade el pánico o cuando menos la preocupación de que podamos perder algo que nos es muy preciado. Mal manejado, este temor puede convertirse en tacañeria y avaricia si tememos perder nuestras riquezas, en celos patológicos si no soportamos la idea de perder a cierta persona, de represión, posesividad o sobreproteccion si estamos temerosos de que nuestros hijos se vayan.

La perdida anticipada se da también cuando sabemos que esa perdida va a suceder inevitablemente, por ejemplo, cuando se inicia un proceso de divorcio, o cuando alguien amado es diagnosticado con una enfermedad terminal. En estos casos, comienza a llorar la perdida antes de que esta realmente suceda, y eso aumenta los niveles de dolor. En el caso de la persona enferma, nos roba ademas los preciosos momentos que pudiésemos tener con ella antes de que se vaya.

El temor a la perdida lleva consigo también otros temores:

El temor al fracaso

El sentimiento es bastante común sobre todo en casos de divorcio o de bancarrota, o cuando se pierde el empleo o la posición social. Sentimos que hemos sido derrotados, que no servimos. Esto pega directo en la autoestima y hace aun mas grande el miedo que tenemos a esa perdida en particular.

El temor al ridículo

Tenemos la necesidad básica de que nos respeten, de conservar nuestra dignidad. No es agradable que un cónyuge nos deje, o que perdamos un empleo por haber cometido un error tonto. Nos hace perder fachada ante los demás. Sentimos que quedamos en ridículo y eso, no lo podemos soportar.

El temor al rechazo

Todos queremos ser aceptados y queridos. La necesidad de reconocimiento es algo tan fuerte que hay gente que llega a suicidarse antes que enfrentar un escándalo o reconocer ante quienes le rodean que ha perdido todo lo que tiene en un negocio arriesgado. Perder un empleo, o a un cónyuge por un divorcio, o perder los amigos, es una señal de rechazo y si somos lo bastante inseguros de nosotros mismos, la sola idea de ser rechazados hace que la perdida anticipada sea mas dolorosa.

Es por cierto este temor al rechazo el que hace por ejemplo, que los adolescentes pierdan su salud cuando prueban una droga por que su grupo de amigos los presiona para que lo hagan; esta en la muchacha que da a un novio irresponsable la "prueba de amor" que la hace perder su virginidad, su orgullo y, en casi de embarazo no deseado, su salud e incluso hasta su vida, por el temor anticipado de que, si no lo hace, el la dejara, es decir, la rechazara.

La gente puede hacer las cosas mas increíbles motivada por este temor al rechazo y, mas veces que no, el  resultado de esto es una perdida de sus propios valores, de su identidad, de su autoestima.

El temor al abandono

Este temor forma parte de nuestro bagaje de supervivencia. Si somos abandonados en nuestra mas tierna edad, es seguro que moriremos. A medida que crecemos y comenzamos  a depender de nosotros mismos, ese antiguo temor a que nos dejen se arraiga en lo profundo de nuestro ser y, para mucha gente, es una causa primordial de preocupación en una relación.

Pero hay mas. La muerte es el abandono fina, definitivo, inalterable, irrecuperable, irremediable. Algunas investigaciones recientes señalan que las mayoría de las personas tienen miedo de morir, seguido solo del temor a que se mueran los padres o la pareja.

La propia muerte es el temor a lo desconocido. La de nuestros seres mas queridos, un temor no superado al abandono.

Estos auténticos dragones que se ocultan detrás del temor a la perdida anticipada suelen mezclarse: el rechazo puede implicar también abandono, ridículo y fracaso, y así hasta el infinito.

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