martes, 1 de noviembre de 2011

Sufrir por anticipado

El temor a la perdida es una forma innecesaria de angustiarse por adelantado. Lo que importa, al final de cuentas, es el aquí y el ahora: son los únicos momentos que realmente tenemos para vivir y disfrutar de quien esta con nosotros, de las cosas que tenemos. No podemos andar por la vida temiendo a la perdida.

Mirándolo desde otra perspectiva, el temor a la perdida puede ser algo constructivo. Así como el dolor físico nos avisa que hay algo mal en nuestro organismo, y que debemos repararlo, el miedo a perder algo que tenemos puede ser una llamada de atención para que hagamos lo razonablemente posible para conservarlo, siempre que sea posible.

De este modo, si hay peligro real de perdida, debemos luchar por que esto no suceda: si sabemos que estamos a punto de perder el empleo, tenemos dos alternativas: comenzar  a buscar otro mejor, o bien esforzarnos mas en el que ya tenemos para hacer méritos. Si nuestra relación esta al borde del desastre, siempre hay tiempo para pedir perdón, revisar nuestras actitudes y enderezar el rumbo. si algo amenaza con hacernos perder nuestra salud, debemos desarrollar hábitos saludables, alejar nuestra vida aquellos que nos hace daño. Transformar ese temor en acciones positivas puede evitar que suceda lo que tenemos.

A veces, la perdida puede ser inminente; en vez de paralizarnos de terror, debemos comenzar a aceptarla, prepararnos en la mejor forma posible, quizás hacer algunos planes para enfrentar el cambio y sobre lo que vamos a hacer cuando esa perdida realmente suceda.

La perdida debe evitarse, pero si esto no es posible, entonces tenemos que enfrentarla. De hecho, lo hacemos naturalmente. Nuestro cerebro, atento a nuestro bienestar, tiene sus propios recursos de auto protección.

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